Para empezar,
quiero traer un texto del maestro Ignacio de Loyola, que nos puede ayudar: "No el mucho saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y
gustar de las cosas internamente" [1]. Hay que
distinguir entre “saber” y “sabor”, como muy bien lo reflejó un artículo de
Florencio Segura hace algunos años.[2] El
conocimiento es algo necesario, debemos desarrollar nuestra mente como seres
humanos, pero ¿basta con esto?. También
debemos educar el corazón. ¿De qué vale saber mucho, ser especialistas en
determinadas materias, construir sofisticadas máquinas y gigantescos
edificios,… repito, de qué vale el “progreso científico y tecnológico, si
vivimos sin sabor y caminamos “snortaos”, sin sentido?
Muchas veces vivimos agobiados
por el trabajo, las reuniones, los compromisos sociales,… ¿cuánto tiempo
dedicamos a lo que se ama o debería amar?.
Apenas compartimos con nuestros seres más queridos, rara vez decimos a
una persona, que de verdad queremos, con cariño y un gran abrazo: TE QUIERO, TE QUIERO MUCHO.
Debemos EDUCAR LA INTERIORIDAD, nuestro espíritu, nuestros miedos y egoísmos, nuestras ilusiones y
esperanzas, para así relacionarnos desde
dentro, desde el corazón. Una persona
puede tener muchos estudios, ser sumamente erudito y muy competente en su
profesión, puede incluso ser famoso, muy admirado, puede ser un gran
deportista, puede tener gran poder político o económico, etc. ¿De qué le sirve si es mala persona, si tiene
un corazón egoísta, soberbio, incapaz de amar?
ORACIÓN:
Señor Jesús, enséñanos a tener SENSIBILIDAD ESPIRITUAL para descubrir tu mensaje en todas las cosas: en el aire que respiramos, en la sonrisa de las personas, en el alimento que tomamos, en el paisaje que contemplamos,... Todo tiene un mensaje tuyo, pero muchas veces con las prisas y agobios no tenemos tiempo para escuchar, para disfrutar, para sentir y saborear internamente tu presencia resucitada y resucitadora. Señor Jesús, que no nos dejemos arrastrar por el mundanal ruido, por las contaminaciones ambiental, acústica, ecológica, laboral,... Que aprendamos a descubrir que el Padre-Dios nos ha dado la vida, no para malgastarla, sino para disfrutarla, para ser felices y hacer felices a los que nos rodean. Amén. Así sea.