“Jesús, viendo a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Tomando la Palabra les enseñaba diciendo: …Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” [Mateo 5, 1.7]
Hoy, en la fiesta de la
Inmaculada Concepción, el Papa Francisco ha inaugurado el año santo de la
MISERICORDIA. La Iglesia nos invita a reflexionar, rezar y practicar esta
virtud tan necesaria en nuestro violento y herido mundo, machacado por injusticias,
guerras, hambre, violencia, destrozos y contaminación de la naturaleza,…
Hay que luchar por la Paz y
la Justicia, eso es algo indudable, necesario. Es lo mínimo por lo que todos debemos
trabajar, pero ¿nos podemos limitar a eso los cristianos?. ¿Dónde dejamos el consuelo, el cariño, el
amor,… la misericordia?. La palabra “miseri”, como dije en el escrito anterior, significa, “pobres”, los que sufren la miseria. La palabra “cor, cordis” hace relación al corazón. Lo que nos quiere decir la palabra MISERI-CORDIA, es tener el corazón, nuestro corazón, cercano
a los que sufren la miseria humana: refugiados, enfermos, ancianos en
soledad, niños abandonados, disminuidos,….
¿Por dónde empezar? Tal vez
nos ayude nuestra madre María, MADRE DE MISERICORDIA.
Por eso el Papa Francisco ha querido inaugurar este año jubilar en la fiesta de
la Inmaculada Concepción, poniendo a la Virgen como modelo misericordioso. Ella como dice la letra de una canción[1], de pie junto a la cruz,
conoce nuestras penas: dolor de los cuerpos que sufren enfermos, el hambre de
gentes que no tienen pan, el silencio de aquellos que callan por miedo, la pena
del triste que está en soledad,…
En este año de gracia que
nos ofrece el Señor, practiquemos lo que Él dijo a sus discípulos: “sed misericordiosos, como vuestro Padre
Dios es misericordioso”, “bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Tomemos como
ejemplo a nuestra Madre María, que Ella nos ayude a tener un corazón humano y
misericordioso, cercano a los que sufren.
ORACIÓN: Señor, al comenzar el año jubilar de la misericordia, te
pedimos que nos ayudes a transformar nuestro corazón duro en un corazón humano,
próximo a los que sufren, sin distinción de ningún tipo. Que la misericordia
esté presente en nuestras vidas, que sepamos ayudar, consolar, dar ánimo y
esperanza,… Que la Virgen María, madre de misericordia, nos ayude a tener un corazón misericordioso, un corazón
alegre y servicial, un corazón como Tu esperas de cada uno de nosotros. Amén.
Así sea.
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