sábado, 5 de diciembre de 2015

VIVIR LA MISERICORDIA

“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”  [Lc 6, 36]
El Papa Francisco pide a la Iglesia vivir la Misericordia y para ello nos invita a todos los cristianos, y a todas las personas de buena voluntad  a practicar esta virtud con una mayor intensidad en el nuevo AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA.
Nos dice el Cardenal Walter Kasper:  “La misericordia es un tema imperdonablemente olvidado”  (cfr. W.K. “La misericordia”), tal vez porque pensamos que esto es algo anticuado, de otra época.  En un mundo ‘moderno, desarrollado, tecnológico, progresista’,…  ¿se puede ser misericordioso?

¿Cómo entendemos la misericordia?  Si buscamos su definición vemos que es algo muy sencillo. La palabra está compuesta por “miseri”: los pobres, los necesitados y también por la palabra “cor, cordis”: el corazón.  Viene a significar algo tan simple como tener el corazón cercano a los “miseri”, a los necesitados.
Comprendido el significado, ¿a que es hermosa la palabra?. Pues, del dicho al hecho, ahora se trata de practicar la misericordia, y eso es lo que nos dice Jesús: Sed misericordiosos, tened el corazón cerca de los que sufren: pobres, enfermos, ancianos, inmigrantes, discapacitados,… 
La misericordia supera a la justicia, va más allá de esta última. La justicia es necesaria y debemos trabajar por un mundo más justo, pero estamos invitados a ir más allá, a ser cercanos a los que nos necesitan, a darles amistad y cariño.  Sin embargo, ¡¡cuánto nos cuesta esta hermosa tarea!!.  Tampoco nos podemos limitar a tener ‘lástima’.  La misericordia es fuente inagotable de amor a los demás, especialmente a los que sufren por algún motivo. Hay que buscar soluciones positivas y concretas a los problemas, por supuesto, pero pongamos el amor por encima de todo.
Definir a Dios es algo difícil. Jesús nos acerca a Él diciéndonos que seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso.    Dios es misericordioso,  es amor y ternura hacia los seres humanos, especialmente los que sufren. Nosotros, como hijos suyos, estamos invitados a serlo también.
El progreso, la ciencia, el arte,… todo es bueno, siempre y cuando tengamos misericordia, un corazón cercano a todos, especialmente a los más débiles. Si nuestro corazón se ha vuelto frío y duro, ¿de qué nos vale lo que tenemos?. A los ojos de Dios lo importante son los tesoros del corazón, lo que brota de nuestro interior.
ORACIÓN: Ayúdanos Señor, a tener un corazón misericordioso, un corazón humano y cercano sobre todo a los que más puedan necesitarnos. Arranca de nosotros el corazón duro y frío, el corazón de piedra que muchas veces tenemos cuando olvidamos a quienes lo pasan mal.  Que veamos a Dios como un Padre misericordioso, cuyo corazón está cerca de la humanidad, especialmente de la humanidad dolorida.  Que también nosotros seamos misericordiosos como Él, amando y sirviendo a quien nos necesite en el camino de la vida. Amén. Así sea.

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