¿Soy persona
agradecida por las muchas cosas buenas que tengo? Si observo con detenimiento
podré apreciar que, a pesar de las dificultades, es mucho lo bueno que puedo y
debo agradecer: gracias por el aire que respiro, por el sol y
por el agua, gracias por la madre Tierra
que me alimenta y sostiene, como decía San Francisco de Asís. ¿Doy gracias por todo ello?
Si observo las personas
que me rodean: familia, amigos, compañeros, gente buena,…. También por ellos
debo agradecer a Dios y a la Vida. ¡¡Qué sería de mí sin estas personas!! Ellos me ayudan, me acompañan, comparten
conmigo, me quieren,… ¿Soy persona
agradecida por aquellos que me rodean y me quieren?
Si nunca has conocido los
peligros de la guerra, del terrorismo, de la violencia, de la soledad y el
hambre, ni has tenido que huir de tu país para refugiarte en otro por estas
cosas, ¿comprendes la suerte que tienes en comparación con tantos millones de
personas que sufren estas cosas?
Si puedes rezar y seguir
tu credo particular sin ser molestado por tus creencias religiosas,… ¿has pensado que unos 1.700 millones de
personas son perseguidos y torturados por este motivo en el mundo?
Si tienes un hogar, una
familia que te protege y te quiere, ¿has pensado en los millones de personas,
muchos de ellos niñas y niños, otros ancianos o enfermos, que no tienen la
suerte de alguien que les proteja y les quiera?
En conclusión: observa
la vida, tu vida concreta y verás cuantas cosas buenas hay en ella. Obsérvalas con unos ojos bien abiertos, pero
sobre todo míralas con el corazón y disfrútalas con sentimiento, con gozo,
gratitud y cariño. Agradece a Dios cada
día todo lo bueno que ÉL, el Dios de la Vida, ha puesto y sigue poniendo en tu
camino, y procura compartir con los que tienes a tu alrededor. Procura ser feliz, y hacer
felices a los que te rodean.