“Y porque de los
niños se hacen grandes, la buena educación de éstos en estilo de vida y en
doctrina aprovechará a muchos en el futuro, extendiéndose cada día más el
fruto” [San Ignacio de Loyola.
Constituciones]
¿Será mejor el mundo de mañana?, ¿más justo, más desarrollado, más solidario, más fraterno, más feliz,…? ¿Acaso el futuro de la humanidad no depende de la educación que reciban los niños y jóvenes de hoy?
El
desarrollo de la ciencia, la tecnología, la política, etc, es algo muy importante
para alcanzar un mundo mejor, pero más
importante aún es el desarrollo de las personas, la educación de los seres
humanos en valores humanos y espirituales. Si faltan estos valores podemos
estar creando un mundo con mucha tecnología, rápidos trenes, veloces aviones,
grandes edificios,… pero ¿será un mundo justo donde las cosas se repartan
adecuadamente entre todos?
Dios
nos ha dado una inteligencia para dominar la Creación,(cfr. Gen 1, 28) y por
ello hay que desarrollar la mente, la investigación, la creatividad artística y
literaria, la economía… todo eso es bueno y necesario, siempre y cuando formemos personas con espíritu crítico, con
valores profundos, que sepan ser felices y hacer felices a los que les rodean,
que sepan COMPARTIR FRATERNALMENTE. ¿Acaso
no es éste el gran reto de la educación?
Enseñar
a que ellos vuelen su vida, piensen sus ideas, construyan sus sueños,… que
ellos sean artífices de su propia vida, de su propio desarrollo, que lleguen a
ser las mujeres y los hombres que Dios desea de cada uno de ellos, que ellos
sean artífices de un mundo más fraterno, más desarrollado, sí, pero también más
humano y más divino.