Sin embargo con frecuencia oímos hablar de atentados contra la Naturaleza: tala de bosques, sobreexplotación de los mares, contaminaciones de ríos y campos, polución en las grandes ciudades, incendio de bosques, guerras, etc. Lo que hiere a la Tierra, terminará hiriendo también a los seres humanos, ¿somos conscientes de ello?. La contaminación del aire, del agua, de los alimentos,… dará paso a nuevas enfermedades en las plantas, los animales y en nosotros las personas.
Cuando
los bosques hayan sido talados, los animales domesticados, los mares
esquilmados, los aires y aguas contaminados,… ¿seremos más felices los humanos?. ¿Qué pretendemos con nuestro
consumo desproporcionado e irresponsable?, ¿nos damos cuenta del daño que
estamos haciendo a nuestra generación y a las futuras?.
Como nos dice el Jefe Indio Seathl en su conocida carta al Presidente de los EE.UU. de América: “Si nosotros vendemos a ustedes nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Cuídenla, como nosotros la hemos cuidado. Retengan en sus mentes la memoria de la tierra tal como estaba cuando se la entregamos. Y con todas sus fuerzas, con todas sus ganas, consérvenla para sus hijos y ámenla, así como Dios nos ama a todos. Una cosa nosotros sabemos: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes, esta tierra es preciosa para El. Y el hombre blanco no puede quedar excluido de un destino común”. Todos vivimos y viajamos en este Planeta alrededor del Sol, y como parte minúscula del Universo, lo que haga daño a la Tierra nos terminará haciendo daño a los que vivimos en ella. ¡¡CUIDEMOS Y AMEMOS A NUESTRO PEQUEÑO GRAN PLANETA, LA MADRE TIERRA, QUE NOS ALIMENTA Y SOSTIENE LA VIDA ¡!!
ORACIÓN:
Enséñanos, Señor, a querer y cuidar la Tierra, regalo de tu inmenso Amor por
nosotros, paraíso donde has colocado la vida humana. Que no nos tengamos que
arrepentir de comer la ‘fruta prohibida’, es decir, de sobreexplotar y
contaminar este Planeta. Nos has dado una inteligencia para dominar la
Naturaleza, no para destruirla, sobreexplotarla y contaminarla. Haznos conscientes de la importancia de
cuidar a “la Madre Tierra, que nos alimenta y sostiene”. Danos, Señor, también
un corazón para amar y cuidar este lugar donde vivimos, regalo de tu gran amor
por nosotros. Amén.
Así sea.