sábado, 5 de octubre de 2024

HAY QUE EDUCAR EL CORAZÓN.

 

Para empezar, quiero traer un texto del maestro Ignacio de Loyola, que nos puede
ayudar a introducirnos:  "No el mucho saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas interna­mente" [1].  El conocimiento es algo necesario, debemos desarrollar nuestra mente como seres humanos, pero ¿basta con esto?.  También debemos educar el corazón. ¿De qué vale saber mucho, ser especialistas en determinadas materias, construir sofisticadas máquinas y gigantescos edificios, desarrollar la Inteligencia Artificial, etc, sin vivimos a codazos, en vez de con abrazos?.  ¿De qué vale el progreso científico y tecnológico, si vivimos de forma egoísta, sumergidos en guerras y violencias?. Más que compartir nos dedicamos a competir. Hay que educar el corazón!!!

Muchas veces vivimos agobiados por el trabajo, las reuniones, los compromisos sociales,… ¿cuánto tiempo dedicamos a lo que se ama, especialmente a las personas queridas?.  Apenas compartimos con nuestros seres más cercanos, rara vez decimos a una persona, que de verdad queremos, con cariño y un gran abrazo:  TE QUIERO, TE QUIERO MUCHO.

Debemos educar la interioridad, nuestro espíritu, nuestros miedos y egoísmos, nuestras ilusiones y esperanzas, para así relacionarnos desde dentro, desde el corazón.   Una persona puede tener muchos estudios, ser sumamente erudito y muy competente en su profesión, puede incluso ser famoso, muy admirado, puede ser un gran deportista, puede tener gran poder político o económico, etc.  ¿De qué le sirve si es mala persona, si tiene un corazón egoísta, soberbio, incapaz de amar?  

Tenemos que aprender a descubrir el mensaje de las cosas que nos rodean. Dios habla a través de todo, pero muchas veces tenemos poca capacidad de escucha. “En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, de los que son llamados según sus designios” [Rom 8, 28].  Escuchar es tarea del corazón, no del oído. Todo tiene un mensaje de cariño y felicidad para ti, la naturaleza, los juegos de los niños, la mirada del anciano, los animales, las personas que te rodean,… Debemos tener sensibilidad para descubrir los mensajes que Dios,  a través de las personas y de la creación nos está enviando continuamente.

 

ORACIÓN: Señor Jesús, enséñanos a educar el corazón, enséñanos a descubrir los mensajes que Tú nos envías a través de los demás. Señor, ENSÉÑANOS A ESCUCHAR CON EL CORAZÓN, a sentir y gustar internamente tu presencia resucitada y resucitadora. Tú, Señor, como nos dice San Pablo, intervienes en todas las cosas para bien de los que te aman. Enséñanos a amar y a dejarnos amar por los demás, enséñanos a querer y a dejarnos querer.  Enséñanos a educar el corazón y a sentir tu viva y alegre presencia dentro de nosotros. Enséñanos a decir de corazón, a las personas que queremos: TE QUIERO, TE QUIERO MUCHO.   Amén.  Así sea.


[1] San Ignacio de Loyola:   “Ejercicios Espirituales”